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Evaluación por competencias
En el entorno empresarial, donde el cambio es constante y las exigencias crecen día a día, la evaluación de competencias se destaca como una guía confiable. Este proceso, que abarca tres jerarquías clave, traza la ruta hacia el éxito organizacional al desempeñar un papel crucial en la identificación y el desarrollo del talento, así como en el fortalecimiento de habilidades blandas. Sin embargo, es esencial entender que las competencias pueden abordarse desde dos perspectivas: como competencias personales, enfocadas en el desarrollo individual a medida que una persona avanza en su carrera, y como competencias genéricas, aplicables a toda la organización.
La verdadera relevancia de la evaluación de competencias radica en cómo estas se desglosan en tres jerarquías distintas. En las cuales se revelan diversas facetas del liderazgo y la destreza profesional. Especialmente cuando se aplican al crecimiento personal dentro de una organización.
Este enfoque jerárquico permite una comprensión más profunda de las habilidades y aptitudes necesarias en distintos roles, especialmente en aquellos más complejos. Es fundamental diferenciar estos niveles en la evaluación de competencias personales, ya que esto facilita una valoración más precisa y relevante de las habilidades de los individuos en el contexto específico de su rol.
Por ejemplo, consideremos a Ricardo, un joven ejecutivo que acaba de unirse a una empresa de consultoría internacional como Consultor Junior. A medida que avanza en su carrera, enfrentará nuevos desafíos que requerirán habilidades y competencias cada vez más sofisticadas. En algún momento, se verá encargado de liderar un proyecto transversal que involucre a múltiples equipos y departamentos. Es en escenarios como este donde la importancia de las competencias personales se revela en toda su magnitud, ayudando a Ricardo a desarrollar las habilidades necesarias para enfrentar estos nuevos retos.
Primero, es crucial entender las tres jerarquías fundamentales: liderarse a sí mismo, liderar equipos y liderar la organización. En la base de la pirámide se encuentra el liderazgo personal, donde la capacidad de autogestión y automotivación es la fuerza impulsora del éxito individual. Aquí, la evaluación de competencias personales se enfoca en habilidades como la autoconciencia, la organización y la capacidad de establecer y alcanzar metas personales. Para Ricardo, esto implica gestionar su tiempo y recursos de manera eficiente. Manteniéndose enfocado en sus objetivos a pesar de los desafíos y aprender de sus experiencias para continuar creciendo tanto profesional como personalmente.
Subiendo un escalón, nos encontramos con el liderazgo de equipos, donde la habilidad para inspirar, motivar y coordinar a individuos diversos se convierte en la piedra angular del éxito. En este nivel, la evaluación de competencias personales se orienta hacia habilidades como la comunicación efectiva, la resolución de conflictos y la capacidad de trabajo en equipo. Para Ricardo, esto significará no solo dirigir y supervisar a su equipo, sino también comprender y satisfacer las necesidades individuales de cada miembro. Lo cual fomenta un ambiente de colaboración y eficacia.
Finalmente, en la cima de la pirámide organizacional, se encuentra el liderazgo estratégico, donde los líderes visionarios trazan el rumbo de la empresa hacia el futuro. En este escenario, las competencias personales alcanzan su nivel más alto de exigencia, poniendo énfasis en la capacidad de anticipar tendencias, tomar decisiones con visión empresarial y ejercer la influencia necesaria para movilizar a los colectivos. Ricardo necesitará comprender y desarrollar estas competencias para que, en un futuro, pueda liderar la organización en su conjunto. Su éxito dependerá de su capacidad para establecer una dirección clara y motivar a otros a seguirla.
Este ejemplo deja en claro cómo las tres jerarquías del modelo de competencias personales contribuyen significativamente al desarrollo y consolidación de las habilidades blandas necesarias en los distintos roles de liderazgo. Pero, ¿qué sucede si la evaluación de competencias no se lleva a cabo de manera adecuada?
Lo que tendríamos es una organización en la que las cabezas estratégicas carecen de visión y dirección, donde los líderes de equipos son incapaces de inspirar y guiar a sus subordinados, y donde los individuos no cuentan con la autoconciencia y la automotivación necesarias para alcanzar su máximo potencial. El resultado sería un ambiente laboral disfuncional, donde los objetivos se desdibujan y el progreso se estanca en un mar de indecisión e improductividad.
De este modo, la evaluación de competencias se convierte en mucho más que un simple ejercicio de evaluación. Se erige como una herramienta poderosa que permite a organizaciones e individuos desarrollar las habilidades y capacidades necesarias para alcanzar la excelencia.
¿Cómo pueden los líderes fomentar un entorno propicio para el crecimiento y desarrollo de sus equipos? ¿Cómo pueden los individuos asumir la responsabilidad de su propio desarrollo profesional y personal? Estas son algunas de las preguntas que surgen de esta metodología y que exigen una reflexión continua y un compromiso sólido. Al comprender y diferenciar los distintos niveles jerárquicos en la evaluación de competencias personales, podemos maximizar nuestro potencial y alcanzar nuevas alturas en el ámbito laboral.
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